Lecciones de liderazgo de El Señor de los Anillos

Hagamos el ejercicio obligatorio de LinkedIn: extraer lecciones de liderazgo de una peli famosa.

¿Y si los equipos de trabajo funcionaran como la Comunidad del Anillo?

Me volví a ver El Señor de los Anillos y me quedó clarísimo: en cualquier equipo, lo más importante no es el rol que te asignaron —guerrero, mago, portador del anillo—, sino el compromiso real con el objetivo y con los demás.

A Frodo lo invitaron al concilio para contar lo que había visto, y ya. Pero él entendió que, si alguien debía llevar el anillo a Mordor, era él. No porque fuera el más fuerte, sino porque decidió hacerse cargo.

Y junto a él, Sam. Su deber era acompañarlo y protegerlo a toda costa. Incluso los que llevan la carga más pesada necesitan que alguien los sostenga —literal y emocionalmente—. Sam quería llevar el anillo cuando Frodo no podía más, pero a veces hacer más es hacer exactamente lo que te han pedido, ni más ni menos.

Por otro lado, Pippin y Merry entraron en la aventura casi por accidente, sin una tarea asignada ni habilidades destacadas. Pero una vez dentro, se hicieron cargo. Donde llegaron, dieron lo mejor de sí, con todo y sus limitaciones. No esperaron órdenes ni necesitaron un rol «oficial»: sabían que podían aportar desde donde estaban. Su propósito no era brillar, era proteger la Tierra Media —y con ello, su querida Comarca, aunque estuviera lejos.

Luego tienes a Legolas y Gimli, guerreros entrenados para este tipo de misiones. Podían haberse quedado cuidando a Frodo, asegurando que «lo importante» saliera bien. Pero entendieron algo clave: había otros frentes donde eran más necesarios. Confiaron en Frodo y se movieron hacia donde podían generar más impacto.

Y claro, Aragorn y Gandalf: los facilitadores. En el mundo laboral serían esos líderes que articulan, median, abren caminos. Los que hablan con los stakeholders para que se unan a la causa y crean en el propósito.

Y sí, también estaba Boromir. Alguien valioso, fuerte, que quería ayudar… pero que al perder de vista el objetivo común, terminó siendo el primero en caer. Nos recuerda que la buena intención no basta si no hay claridad ni alineación.

Como vemos, ese equipo no se sostenía en jerarquías ni control. Se sostenía en confianza: en sí mismos, entre ellos y en el propósito que los unía.

Y bueno, como esto es LinkedIn: «Ver LOTR me recordó lo importante que es construir equipos que funcionen como la Comunidad del Anillo. Donde nadie se queda esperando instrucciones del líder, sino que cada quien lidera desde el servicio y se acompaña en el camino.»

Ya, eso era. Solo quería justificar las 12 horas que pasé viendo hobbits y orcos 😅